Por Aleida Godínez Soler
“Que repose, pues, donde quiso caer”, fueron las palabras pronunciadas en Quito, Ecuador por el Ingeniero Carlos Bastidas Plaza, padre del periodista ecuatoriano Carlos Bastidas Arguello, al conocer la imposibilidad de trasladar el cadáver de su hijo a esa capital.
Tenía solo 23 años de edad y un rico aval periodístico valientemente comprometido con la verdad, cuando fue muerto a tiros en La Habana, por el cabo Orlando Marrero Suárez, más conocido por Gallo Ronco, quien ejecutaba al pie de la letra las tenebrosas órdenes de Pilar García (1), jefe de la Policía Nacional y uno de los más crueles y sanguinarios de los allegados al dictador Fulgencio Batista Zaldivar. (2)
En mayo de 2005 en una amena conversación con su hermano Edmundo Bastidas él lo caracterizó:”Como un potro salvaje que buscaba siempre el horizonte más amplio, pues cuando su señora madre Doña María Arguello, le pregunta: ¿No tienes temor a hallar la muerte metiéndote en las revoluciones y en la violencia política?, Carlos respondió!: lo mismo me da morir tarde que temprano, pero me hieren profundamente las injusticias y sufro cuando el pueblo sufre! El era un político de nacimiento. Desde muy niño ya demostró la línea que iba a seguir. En tercer grado reclamaba a los profesores porque no lo atendían bien. En esa época todavía se usaba en Ecuador la palmeta, que es una especie de regla de madera que utilizaba el profesor para castigar al niño, que cometía algún error o que no llevaba un deber, reclama en la Escuela por qué eran maltratados sus compañeros y en alguna ocasión Carlos. Por ese motivo la dirección de la Escuela hace un llamado a mis padres explicándoles lo que había pasado a lo que Carlos respondió”el señor me dio con la palmeta, porque yo estaba jugando en la clase con mis compañeros”. Más tarde en el Colegio Nacional Mejía, funda un periódico que se llamó Vida Estudiantil, se reúne con tres o cuatro compañeritos y en un mimeógrafo editan tres páginas y escribe también denunciando en primer lugar: “por qué el gobierno no atiende a su colegio en el que faltaban materiales didácticos, incluso pizarrones, pero sí había para que los profesores se fueran de gira a Colombia o a Perú, que les sufragaba los gastos el Ministerio de Educación, y no había para pupitres”. Escribe denunciando en el Vida Estudiantil “por que había niños a los cuales sus padres no podían brindarles un desayuno antes de ir a la escuela”.
Estudió en Blue Ridden en Carolina del Norte luego en el Lake Forest Collage School y más tarde en la Universidad donde se gradúa de periodismo.
A los 21 años comenzó a trabajar con la Asociated Press para quien reporta los sucesos de Hungría en 1956 y las caídas de las dictaduras de Rojas Pinilla en Colombia y Pérez Jiménez en Venezuela.
Edmundo Bastidas nos aseguró que “En Caracas, conoció al periodista argentino Jorge Ricardo Masseti y los dos caen presos, pero nadie sabía que Carlos estaba preso. Masseti logra comunicarse con la embajada de Ecuador y avisar. El embajador acude personalmente a sacar a Bastidas de la cárcel, donde permaneció más de 30 días. A la salida del penal, va directamente al Aeropuerto y alguien lleva allí sus pertenencias que estaban en el Hotel. Estando en el aeropuerto, querían devolverlo a Ecuador y el se niega diciendo que se quedaba en Caracas lo que no fue permitido; pidió entonces ir a República Dominicana. Al llegar a Santo Domingo le dicen que no puede salir, que debía continuar viaje y es entonces que decide venir a La Habana que era su meta”.
Bastidas llegó a Cuba con el afán de subir a la Sierra Maestra para conocer y difundir la verdad acerca de la lucha insurreccional. Según relata el periodista e investigador Juan Marrero González en su libro andanzas de Atahualpa Recio, reeditado en mayo de 2008 “vivió allí como un revolucionario más. Fue de los primeros que habló a través de Radio Rebelde antes de que esa emisora se fundara oficialmente, y luego se trasladó a la comandancia en La Plata, donde establece una relación con Fidel, Celia y otros compañeros de la dirección del Ejército Rebelde”
De regreso a La Habana, tres días antes de viajar a Estados Unidos, se hospedó en un hotel situado en el Paseo del Prado, visitó el Colegio Provincial de Periodistas y acudió a la Embajada de Ecuador a entregar al entonces embajador Virgilio Chiriboga los rollos con las fotos que había tomado en la Sierra Maestra y otros documentos.
La noche antes de viajar acudió a un Bar del Paseo de Martí (Prado) entre Virtudes y Neptuno, lugar donde iba a recoger cartas que llevaría consigo a exiliados cubanos en Estados Unidos. Sentado dentro del local se apareció un individuo que comenzó a injuriarlo, al este responder, fue brutalmente golpeado hasta caer al suelo donde recibió un tiro en la cabeza. Quedó agónico mientras se desangraba. Fue llevado a un puesto de socorro donde falleció a las cuatro de la madrugada.
Las autoridades ordenaron enviar su cadáver al necrocomio para ser entregado únicamente a sus familiares, con quienes contactó la embajada. El entonces canciller Carlos Tobar solicitó al Embajador de Ecuador en La Habana que el cadáver fuera trasladado a su país. A pesar de las gestiones, las autoridades de la tiranía respondieron a los diplomáticos ecuatorianos que no se autorizaba el embalsamamiento y era urgente darle sepultura debido a la descomposición. Estos por su parte informaron a la familia en Quito que una vez transcurrido el término legal podían iniciar trámites para exhumar sus restos y trasladarlos, tomando la familia la decisión de dejarlos en la tierra que lo vio caer.
A pesar de las campañas enemigas contra la Revolución Cubana, ningún periodista ni cubano ni extranjero encontró la muerte violenta por ejercer su profesión ni emitir sus opiniones. Bastidas fue el último asesinado por lo que cada año los periodistas cubanos le rendimos tributo. Su corta pero fructífera vida y el ejemplo que nos legó se han convertido en paradigma, por su audacia, su valor y las lecciones de buen periodismo, por haber abonado con su sangre el camino a la libertad de los pueblos latinoamericanos.
(1) Alto oficial que una vez retirado de las filas del ejército, retornó a ese cuerpo en 1952, una vez consumado el golpe de estado militar de Batista. En Matanzas escribió páginas de terror e implantó lo que llamó “el método García”, que era simplemente el asesinato por la espalda. Colocado al frente de la jefatura de la Policía Nacional aterrorizó a La Habana y a sus mismos hombres, a quienes respondía ante una pregunta: “No me consulten nada. Matar y matar.”. Huyo del país junto al tirano en la madrugada del 1er de enero de 1959.
(2) Sabiendo que sus posibilidades en la elecciones presidenciales que debían efectuarse el 1er de junio de 1952 en Cuba no le garantizaban su acceso al cargo de Presidente de la República de Cuba y a pesar de sus hipócritas declaraciones públicas sobre su absoluta fidelidad a la Constitución de la República, organizó desde agosto de 1951 un golpe de estado en el que intervinieron militares jubilados y activos dentro del ejercito constitucional que era un instrumento de represión popular.
Al entrar Batista en el Campamento Militar de Columbia, hoy Ciudad Escolar Libertad al filo de la madrugada del 10 de marzo de 1952 el Presidente Carlos Prío se asiló en la Embajada de México. El lunes 10 de marzo después que el golpe se había realizado, Elliot Roosevelt, representante del gobierno yanqui que había llegado a Cuba días antes del golpe y había sostenido varias entrevistas privadas con él se comunicó telefónicamente con Washington, desde el Hotel Nacional e informó a un interlocutor no identificado que todo había salido conforme a los planes. Un oficial norteamericano estuvo en el Campamento Militar centro de la conspiración y del golpe de estado desde que comenzaron los acontecimientos hasta que cayó el gobierno de Prío.
Este período histórico, desde marzo de 1952 a diciembre de 1958, se le conoce como dictadura de Batista, pues junto al Buró de Investigaciones, el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y el Buró de Represión de Actividades Comunistas, BRAC, todos vinculados a la Agencia Central de Inteligencia, CIA, implantó en el país un verdadero régimen de terror, se suspendió la constitución de la República y los cubanos; jóvenes, ancianos, mujeres y niños, revolucionarios o no vivían en la incertidumbre de si al salir de sus casas, regresarían vivos.
Publicado por: Talena | 06/17/2010 en 04:19 p.m.
Publicado por: Sophie | 06/25/2010 en 12:50 p.m.